La influencia de la Luna en la agricultura

El ser humano se ha guiado por los ciclos de la naturaleza desde tiempos inmemoriales. Las cuatro estaciones del año condicionan parte de nuestras actividades, nuestra vestimenta, el carácter de nuestras festividades e incluso nuestro humor. Del mismo modo, la Luna puede llegar a determinar múltiples factores de la vida cotidiana. Todos hemos escuchado hablar sobre la intensidad de las mareas en relación a cada fase lunar, de extraños comportamientos en animales o incluso de la conveniencia de cortarse el pelo durante una u otra luna. Estos aspectos pueden parecer supercherías, pero la influencia de la Luna en muchos factores de la vida terrestre está más que demostrada.

La Luna se desplaza alrededor de la Tierra siguiendo un proceso llamado lunación que corresponde a un ciclo completo de 29,5 días. Resumiendo el sistema, durante este periodo la luz del Sol reflejada en la cara visible de nuestro satélite incide en mayor o menor medida sobre nosotros marcando así las diferentes fases lunares. Esta cantidad de luz reflejada es la responsable de la influencia lunar sobre algunos aspectos terrestres como la agricultura.

Al margen de algunas teorías pseudocientíficas basadas en la influencia de fuerzas cósmicas, la relación entre las fases lunares y la agricultura es un hecho contrastado que, evidentemente, puede tenerse en cuenta sin desatender otros aspectos básicos del trabajo agrícola como el uso de maquinaria en estado óptimo o la disponibilidad de buenos repuestos agrícolas.

Así, existen diferentes consideraciones que conviene tener en cuenta durante cada fase lunar.

Luna nueva

Durante esta fase, la Luna se sitúa exactamente entre el Sol y la Tierra de manera que la luz reflejada sobre su superficie no resulta visible desde nuestro planeta. La ausencia de rayos lunares provoca un crecimiento muy lento de las cosechas mientras que la savia se concentra en las raíces de las plantas. Al no estar sometidas a factores naturales de estrés, esta fase favorece la adaptación de las plantas al entorno.

Algunas de las tareas recomendadas durante la Luna nueva son la eliminación de malas hierbas, la siembra de prados o el abonado.

Cuarto creciente

La Luna comienza a hacerse visible durante esta segunda fase. El aumento de luz reflejada incide en mayor grado sobre las plantas y la savia comienza a ascender desde las raíces. Al mismo tiempo se producen un mayor movimiento de agua en el suelo que favorece la absorción por parte de los cultivos. Durante el tiempo que dura esta fase, las plantas experimentan un desarrollo muy equilibrado entre sus raíces y su parte superior.

La siembra de flores y hortalizas de hoja, el cultivo en terrenos arenosos, la poda de árboles enfermos o la realización de injertos son algunas tareas propicias durante el Cuarto creciente.

Luna llena

La Luna se encuentra ahora en su momento de máxima visibilidad y la luz reflejada en ella incide al máximo sobre la Tierra. La savia termina de ascender y se concentra en la parte superior de las plantas, en las hojas. Los movimientos de agua son asimismo superiores y, gracias a todo ello, las cosechas pueden crecer y desarrollarse con mayor facilidad. Por otra parte, esta fase marca también un momento propicio para la aparición y extensión de plagas.

Durante la Luna llena es recomendable llevar a cabo algunas tareas como la poda, el trasplante o la plantación de especies perennes.

Cuarto menguante.

Se trata de la fase contraria al Cuarto creciente, aunque sus efectos sobre la agricultura son similares. La Luna va perdiendo visibilidad y la savia comienza a desplazarse de nuevo hacia las secciones inferiores de las plantas. Este hecho provoca un desarrollo irregular, con mayor incidencia en las raíces que en las hojas.

Algunas de las tareas recomendadas durante esta fase son el abonado, la plantación de árboles de hoja larga o la siembra de hortalizas de raíz.

Las fases lunares influyen en determinados aspectos del trabajo agrícola. Esta relación entre nuestro satélite y nuestras cosechas puede ser importante a la hora de planificar las operaciones a realizar durante el año, pero sin dejar de lado otras acciones complementarias.

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