El bosque de Saihanba es una extensa plantación artificial ubicada en la provincia de Hebei, al norte de China, cerca de la meseta de Mongolia Interior. Originalmente un terreno degradado y deforestado, Saihanba ha sido transformado por completo mediante uno de los mayores proyectos de reforestación del mundo, un proceso que ha logrado cubrir alrededor de 76 700 hectáreas de terreno desértico. Este proyecto fue establecido en 1962 bajo el nombre de Granja Forestal Mecanizada de Saihanba con el objetivo de detener la expansión del desierto Hunshandake y proteger el aire de Pekín y Tianjin.
El origen del proyecto
Durante el siglo XIX y parte del XX, Saihanba servía como área de caza para las dinastías gobernantes. Sin embargo, tras la explotación forestal intensiva, la región se degradó hasta convertirse en un terreno completamente baldío hacia finales de los años cincuenta del siglo XX. La ausencia de vegetación provocó frecuentes tormentas de arena que amenazaban la calidad del aire en ciudades cercanas, incluida Pekín.
El remedio llegó en 1962, cuando el gobierno chino halló una solución mediante la reforestación y designó para ello a un grupo de 369 jóvenes empleados forestales de distintas provincias. Estos se enfrentaron un clima extremo (temperaturas bajo cero, fuertes vientos y suelos pobres). Durante los primeros años, la supervivencia de los plantones fue inferior al 8 %. Sin rendirse, se desarrollaron nuevas tecnologías de cultivo y se adaptó la maquinaria necesaria para plantar con mayor precisión. En pocos años, se alcanzó una supervivencia superior al 90 %.

El proceso de reforestación de Saihanba
La reforestación en Saihanba se llevó a cabo en varias etapas:
- Selección del personal técnico: tres generaciones de trabajadores forestales se turnaron para desarrollar métodos adaptados a las condiciones locales.
- Adaptación de maquinaria y semilleros: se optimizaron herramientas importadas y se desarrollaron plantones resistentes al clima.
- Diversidad de especies: se plantaron diversas especies forestales para fomentar la supervivencia y evitar plagas.
- Gestión y prevención de incendios: se implementaron sistemas de control contra incendios, con vigilancia, cortafuegos y equipos especializados.
- Monitoreo ecológico: se evaluó el crecimiento del bosque, mejorando la calidad del suelo, la humedad y la densidad del bosque con el tiempo.
Resultados e impacto ecológico
Gracias a décadas de esfuerzo constante, Saihanba ha elevado su cobertura forestal hasta convertirse en una reserva nacional y en parque forestal desde 1993. Este bosque ahora proporciona 137 millones de metros cúbicos de agua limpia anualmente y emite entre 550 000 y 600 000 toneladas de oxígeno, lo cual mejora considerablemente la calidad del aire en el norte de China.
Además, Saihanba captura unos 860 000 toneladas de CO₂ al año y su impacto ambiental se valora en cerca de 16 000 millones de yuanes (unos 2 470 millones de USD). En 2017 recibió el premio Champions of the Earth del PNUMA (Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente) y en 2021 el Land for Life de la UNCCD (Convenio de las Naciones Unidas de Lucha Contra la Desertificación).
Lecciones de Saihanba para la lucha contra la desertificación
Por diferentes motivos, el caso de Saihanba es un modelo de reforestación en zonas áridas.
- La combinación de voluntad colectiva, innovación técnica y mantenimiento a largo plazo es esencial para restaurar ecosistemas degradados.
- La implicación de varias generaciones demuestra que este tipo de proyectos requiere continuidad y dedicación.
- El éxito ha servido de inspiración para iniciativas similares, como la Gran Muralla Verde de China, en el noroeste del país.
El bosque de Saihanba es un extraordinario ejemplo de recuperación ecológica. Lo que fue un terreno árido y erosionado se ha convertido en un ecosistema forestal saludable, con impactos positivos en la protección del suelo, la mejora del clima local, la calidad del agua y el bienestar de la población. Este proyecto demuestra que la reforestación bien planificada y sostenida puede revertir la degradación ambiental y brindar beneficios significativos a largo plazo.
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